Convertirse en hermana misionera
La llamada a la Vida Religiosa: una vocación particular
Dios sigue llamando hoy a hombres y mujeres a seguir a Jesucristo uniéndose a una congregación religiosa.
Esta llamada se hace en libertad y a menudo implica testigos que Dios pone en el camino de la persona a la que llama.
Después de un período de acompañamiento, a veces con el servicio de vocaciones de una diócesis o con una hermana, una mujer puede pedir comenzar la formación en nuestra congregación. Los pasos son los siguientes:
El postulantado (o probación previa)
Esta primera etapa en la congregación debe permitir una transición gradual. Su objetivo es concienciar sobre cuál es la llamada de Dios. Es una etapa de discernimiento.
El noviciado
El noviciado está centrado en la persona de Cristo, "es a Él a quien las novicias se esfuerzan por conocer y amar mejor". El primer año del noviciado se dedica a la formación religiosa y espiritual.
Viviendo en comunidad, las novicias se preparan para la profesión temporal, paso previo a la consagración definitiva.
El Juniorado (votos temporales)
El juniorado prepara a las hermanas para cumplir la misión confiada a nuestra congregación por la Iglesia. Las hermanas buscan profundizar su formación teológica, espiritual y apostólica para cumplir mejor su misión.
La Profesión perpetua
Al final del período de votos temporales, la hermana se compromete definitivamente por votos perpetuos de obediencia, castidad y pobreza según las constituciones, expresión de su entrega total a Dios en la congregación.